Saltando el tiburón, atomizando la heladera

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La serie “Happy Days” fue un enorme éxito en los Estados Unidos y en todo el mundo, en gran parte gracias al personaje Fonzie, interpretado por Henry Winkler. La serie estaba ambientada en la década de los 50, y Fonzie era el personaje más “cool”, aquel al que los demás admiraban y respetaban.

El primer episodio de la quinta temporada del programa se llamó “Hollywood: Part 3”, y se emitió en 1977. El elenco visita Los Angeles; allí, Fonzie acepta el desafío de hacer esquí acuático (lo hace vistiendo un traje de baño y su habitual campera de cuero) y saltar sobre un tiburón. La serie narraba modestas aventuras y experiencias familiares y adolescentes, por lo que esta secuencia resultó un cambio radical. El personaje de Fonzie había empezado siendo de reparto, pero a partir de ese momento se convirtió en el foco de “Happy Days”. El programa continuó teniendo mucho éxito durante siete años más, con cambios de elenco y situaciones, pero se considera que fue el salto del tiburón lo que marcó el principio de su decadencia creativa: “Happy Days” se transformó en poco más que una caricatura de sí misma, y el personaje de Fonzie en una especie de héroe sobrehumano.

Basándose en ese episodio de la serie, el periodista radial Jon Hein acuñó la expresión “Saltando el tiburón” (“Jumping the shark”) para describir ese instante en la evolución de un programa en el que empieza su declinación en calidad; el momento en que los guionistas recurren a un “gimmick” ridículo para mantener el interés de la audiencia. En 1997, Hein publicó un website con una lista de aproximadamente 200 programas y el momento exacto en que “saltaron el tiburón”. Ese sitio desató luego una fiebre en Internet y ayudó a que Hein se convirtiera en una modesta celebridad que hasta editó dos libros sobre el tema. La frase tuvo y tiene repercusión más allá de la televisión, y hoy se aplica cuando la evolución de marcas, diseños, franquicias y, en general, cualquier esfuerzo creativo, comienza a decaer.

Uno de los muchos ejemplos de empleo de la expresión fue el lanzamiento, realizado en 2011 por BMW, del Mini Countryman, mucho más grande que los autos comercializados hasta entonces por Mini. Esto provocó críticas a BMW por haber abandonado el estilo de diseño de la marca; una de esas críticas fue que “con el Countryman, BMW saltó varios pequeños tiburones”. La frase se aplicó también a Barack Obama (por usar un sello presidencial cuando aún era senador), a la senadora norteamericana Michelle Bachmann (por afirmar que una vacuna provocaba “discapacidad intelectual”) y hasta al evento Burning Man cuando, en 2014, incluyó sectores VIP y jets privados, abandonando así su original carácter de contracultural e igualitario.

En la actualidad se ha sumado otra expresión con el mismo significado pero que, hasta el momento, parece limitada al cine. Está basada en una secuencia de “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal”, la cuarta parte de la saga: Indiana sobrevive a una explosión atómica gracias a que se encierra en una heladera revestida de plomo. La explosión aniquila todo lo que está alrededor y hace volar la heladera; sin embargo, el protagonista escapa ileso. La escena fue cuestionada desde el punto de vista científico, y los críticos directamente la destruyeron. La revista Time creó la frase “atomizar la heladera” (“nuking the fridge”) específicamente aplicada al cine, y la definió como “agotar una franquicia de Hollywood con secuelas decepcionantes”. Solo dos días después del estreno de la película, la expresión “atomizar la heladera” se había convertido en un fenómeno viral que describía escenas cinematográficas que, de manera similar a la de la heladera antiatómica, desafiaban excesivamente la credulidad. Steven Spielberg, director de la saga de Indiana Jones, declaró luego que la secuencia había sido idea suya, y que estaba contento por haber contribuido a crear parte de la cultura popular.

Yo sospecho que cualquiera de las dos frases se puede emplear en publicidad, para describir el momento en que una campaña agota su idea y, en consecuencia, detiene su evolución. De inmediato me vienen a la mente un par de ejemplos. ¿A ustedes se les ocurre alguno?

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